Powered By Blogger

domingo, 16 de abril de 2017

La Computadora como Dispositivo de Comunicación



A continuación se presenta un ensayo sobre el artículo “La Computadora como Dispositivo de Comunicación”, escrito en 1968 por Joseph Carl Robnett Licklinder, quien fue un matemático, informático, psicólogo, y pionero en el campo de la computación cuyo trabajo sentó bases para la computación interactiva y redes de tiempo compartido durante la década de los 60’s, así como la investigación en el campo de las ciencias computacionales. Su visión guió el desarrollo de la ARPANet, el predecesor del Internet que conocemos hoy día, y muchas otras ideas de redes informáticas. 

Si desea consultar el artículo en cuestión, puede visitar la siguiente liga:
https://drive.google.com/file/d/0B2gLPJlWjh8PU0hlZUhubi1VTEE/view




Nuevamente Licklinder nos sorprende con otra de sus “predicciones” respecto a la tecnología en su futuro cercano, que viene siendo nuestro presente, a pesar de que para la fecha que fue publicado este artículo es relativamente reciente y ya se estaban desarrollando importantes avances en el campo de las computadoras, además de que siendo él un pionero en él tema se encontraba al tanto de los últimos avances y los proyectos prometedores. A pesar de ello, aún sorprende su acertada afirmación de que muy pronto el ser humano sería capaz de interactuar mejor a través de máquinas que cara a cara, lo que no se necesita resaltar si pensamos en la comunicación de nuestros días. 

Hablando de comunicación, y muy al estilo de Licklinder, él define que la comunicación va más allá que solo emitir y recibir un mensaje, a diferencia de lo que únicamente hacen los mensajes pregrabados, o la consulta de una fuente, sino que involucra también el proceso que el intercambio de información provoca en las partes involucradas; es decir, el acto de estar consciente o darse cuenta de que se ha adquirido conocimiento, y también la formación de nuevas de ideas que le dan el aspecto interactivo y creativo a la comunicación. Así mismo, deja evidente que está convencido de que la comunicación digital a través de computadoras hará posible no solo un medio efectivo de contar con recursos para obtener e intercambiar información, sino también para el proceso previamente descrito.


Continuando con el concepto, Licklinder compara a la mente humana con un modelo de comunicación que tiene semejanzas a la computadora, con la diferencia de que está “moldeado” de manera exclusivamente personal, y tanto el almacenamiento de información como el qué tipo, cuanta, y de qué modo se asimila es más subjetivo que objetivo, lo que muchas veces caracteriza el proceso creativo y la comunicación en general. Sin embargo, para que se logre la comunicación en modelos estructurados de manera diferente como en el caso de mentes humanas, se debe confluir en los parámetros diferentes modificando la estructura o las “reglas” previas para alcanzar a reconocer las ideas, cosa que no sucede con las computadoras, que funcionan más para tareas de control repetitivo como cálculos y listados, sobre todo para la época del artículo. 

Licklinder expone también el potencial que la comunicación a través de computadoras supone para las juntas de trabajo, al permitir mostrar y elegir entre diferentes tipos de información a la vez que un sujeto expresa sus ideas mediante la palabra hablando. Aunque para el tiempo sonaba complicado y costoso, el equivalente hoy día seria cualquier presentación que incluya un conjunto de diapositivas (como en PowerPoint), donde cada individuo presente tiene acceso a ella y la consulta en diferentes puntos durante la presentación de lo que se dar a conocer. 

Otra cosa que se ha previsto en el artículo es la existencia y el funcionamiento de diferentes usuarios dentro de una misma computadora, que dice no solo tiene implicaciones en el intercambio de información y el almacenamiento de archivos electrónicos, sino también en la seguridad, siendo requerida la utilización de contraseñas para garantizar acceso únicamente a quien compete. También prevée una importante reducción en los costos una vez que más compañías adopten la comunicación digital y se abra al mercado masivo a través de la producción en masa, cosa que a pesar que no era muy evidente en aquel tiempo, de igual forma defiende la rentabilidad comparando los cálculos de costo con la línea telefónica de aquel entonces y traslado de personas desde diferentes partes de, aunque se enfoca primordialmente en Estados Unidos, lo podemos pensar a nivel global, cosa que es más sencilla de entender en nuestro contexto actual. A diferencia de muchos otros pioneros, Licklinder fue capaz de vivir para ver con sus propios ojos el inicio de tal realidad. 

Casi para concluir, también predice el surgimiento de comunidades completamente en línea, unidas por intereses en común y no precisamente un espacio geográfico. Está de más por el momento los diferentes puntos a los que se puede llegar partiendo de ahí, pero podemos imaginar que la idea que tuvo se volvió realidad y con una precisión detallada. Tan solo los lectores de este blog podrían considerarse una comunidad de ese tipo.

Televistas



A continuación se presenta un ensayo sobre el artículo “Televistas”, escrito en 1967 por Joseph Carl Robnett Licklinder, quien fue un matemático, informático, psicólogo, y pionero en el campo de la computación cuyo trabajo sentó bases para la computación interactiva y redes de tiempo compartido durante la década de los 60’s, así como la investigación en el campo de las ciencias computacionales. Su visión guió el desarrollo de la ARPANet, el predecesor del Internet que conocemos hoy día, y muchas otras ideas de redes informáticas. 

Si desea consultar el artículo en cuestión, puede visitar la siguiente liga:

https://drive.google.com/file/d/0B2gLPJlWjh8Pd3RjcXFfeEtxOW8/view?usp=sharing 



Para el tiempo que fue escrito el artículo, la televisión llevaba ya al menos tres décadas y contaba con un consumo comercial, a diferencia de las computadoras, que apenas comenzaban a demostrar su potencial, y ciertamente no al mismo nivel de accesibilidad y audiencia. Licklinder conocía esto bien y entre sus puntos finales describe que en el futuro las computadoras jugarán también un papel en los medios masivos de comunicación y podrán ser de ayuda para mejorar la cantidad y calidad del contenido que se puede ofrecer. Tal como en sus trabajos referentes a la computadora, Licklinder hace atinadas predicciones con respecto a los avances que eventualmente verá la televisión, aunque con otras ideas que aún no se han visto plasmadas hasta el día que hoy. 

Aunque habla mucho sobre ideas generales, el enfoque de Licklinder es la utilización de la televisión para una especie de educación a distancia. Uno de sus principales puntos es acerca de la selectividad, o la capacidad del público para elegir el contenido, pero no de la manera convencional que aún prevalece en nuestro concepto actual de televisión, sino que está convencido en la interacción mutua entre el programa que se transmite y quien lo sintoniza. Para Licklinder, tal interacción no consiste tan solo en las emociones y reacciones que se pueden “despertar” en el espectador, sino en una participación activa de la audiencia, lo que admite no puede lograrse en el concepto de la televisión dirigida a masas, que no permite una retroalimentación; no al menos sin unas cuantas modificaciones al modelo “tradicional” de material ordenado cronológicamente del que únicamente se escoge la programación como estamos acostumbrados nosotros. 

Para lo anterior Licklinder propone varias alternativas, que algunas consisten en poder elegir de entre varias cámaras transmisoras, una presentación del contenido en imágenes con secuencia, la división de los programas en subcategorías, y la inclusión de espacios para desarrollar los temas de interés de la audiencia que mira el programa; todas estas divisiones permitirían a los espectadores “armar” el propio contenido que deseen ver a partir de lo que ya se ofrece. Sin embargo, y como es de esperarse, cada una de estas propuestas presenta sus propios retos, algo que fue aún más evidente para la época, y posiblemente la razón por la cual la televisión no ha tenido un salto tan evidente como ocurrió con la computadora. Por ejemplo, muchas de esas propuestas requieren de una manera de almacenar imágenes y contenido para visualizar por al menos varios segundos, cosa que no hubiese sido posible con la tecnología de tubos de entonces. 

Licklinder espera, al igual que la apertura de oportunidades para la educación, una eventual “democratización” de los medios masivos de comunicación, donde el contenido transmitido tanto cultural, de entretenimiento, y educativo responda a la necesidad y deseo de cada comunidad mediante la retroalimentación de cada persona, lo que efectivamente convence a Licklinder sobre la contribución de los avances tecnológicos recientes a la democracia. Él visualiza un mundo donde las partidas de deportes locales compitan con los grandes torneos, donde las funciones de teatros comunitarios compitan con las grandes obras de Hollywood, y donde los representantes de gobierno y candidatos, así como sus juntas, estén en contacto con la población mediante la imagen televisiva. 

Regresando al caso de la educación, Licklinder estaba convencido que la televisión podría poner al alcance de la población el contenido completo de las librerías públicas, es decir, incluso aquellos libros poco comunes que no pueden difundirse en formato físico por su costo pero sí someterse a una base de datos digital que pueda transmitirse a petición de un espectador que así lo quiera, aunque a mí parecer esa función la cumplió bastante bien el desarrollo de la computadora.

Simbiosis Hombre-Computadora



A continuación se presenta un ensayo sobre el artículo “Simbiosis Hombre-Computadora”, escrito en 1960 por Joseph Carl Robnett Licklinder, quien fue un matemático, informático, psicólogo, y pionero en el campo de la computación cuyo trabajo sentó bases para la computación interactiva y redes de tiempo compartido durante la década de los 60’s, así como la investigación en el campo de las ciencias computacionales. Su visión guió el desarrollo de la ARPANet, el predecesor del Internet que conocemos hoy día, y muchas otras ideas de redes informáticas. 

Si desea consultar el artículo en cuestión, puede visitar la siguiente liga:



Hoy en día nos es más que comprensible la idea de una cooperación entre el ser humano y las computadoras en la manera que describe Licklinder en su artículo, enfocándose en un nivel intelectual aplicado a la solución de problemas y la toma de decisiones. El término que utiliza, y deja bien en claro que de modo intencional, es el de “Simbiosis”, que podríamos definir como la asociación de diferentes organismos en un beneficio mutuo, aunque su uso implica para describir una interdependencia casi (por no decir total) obligada en dicha relación. En ese tiempo apenas se empezaban a conceptualizar las primeras redes de comunicación entre computadoras, y éstas últimas recién comenzarían a adquirir más funciones que solo calcular ecuaciones matemáticas. 

La idea que Licklinder concibe respecto al futuro de la computación es que estás igualarán y eventualmente superarán al cerebro humano en aspectos “mecánicos” del pensamiento, y entonces se puede entender una interacción en la que incluso el trabajo intelectual del hombre, algo único de él y quizás la principal característica que le diferencia de los animales, puede verse mejorada. Para describir esto, Licklinder usa como ejemplo su propia rutina de trabajo,  en la que describe que la mayor parte de su tiempo se emplea en tareas como la búsqueda de información y la realización de cálculos y gráficas, más que sus análisis. De ahí que el hecho que su concepto de simbiosis es entendible debido a la profundidad con la que las computadoras están presentes en nuestra vida cotidiana solo hasta nuestra época debe darnos una idea de cuán acertadamente describió el futuro impacto de avances en la inteligencia artificial en áreas que aún hoy todavía son exclusivas del ser humano, a pesar de que estemos hablando de pocas décadas. 

Licklinder hace también de forma implícita una distinción entre la máquina y la computadora. Para él, la maquina es meramente una extensión del hombre y sus sentidos, y los sistemas en que participan ambos no se pueden considerar como una simbiosis pues el ser humano es el único organismo como tal presente, y lo demás son solo herramientas. Para haber esa simbiosis, la computadora en cuestión debe ser capaz no solo de trabajar con fórmulas e instrucciones prediseñadas, sino que debe poder participar en los procesos de toma de decisiones y síntesis en tiempo real. De hecho realiza una comparación en la que define que la diferencia primordial entre una computadora y el hombre es que éste último es capaz más “flexible”, es decir, tiene capacidad de programarse y reprogramarse a sí mismo. 

Los escenarios que le gusta mencionar a Licklinder son el de negocios y el campo de batalla, con la diferencia en qué tan efectivo y avanzado debe ser el programa computacional con el que se interactúe para evaluar posibilidades y otras variantes. Por ejemplo, en decisiones empresariales existe un amplio margen de tiempo debido a horarios, juntas programadas, y otros protocolos que permite posibilidades de interactuar con programas informáticos que no se podrían por ejemplo a la mitad de una batalla, en la que la toma de decisiones debe realizarse de manera oportuna y racionada. 

Finalmente, a partir de la interacción entre un usuario y una computadora surge también la duda no solo de en qué manera se realizaría esta comunicación, sino también los costos y el tiempo de desarrollo que tomaría en consolidarse dicha forma. Para su tiempo, ya se había convenido en los lenguajes humanos de acento neutro, e incluso el reconocimiento de voz y articulación de respuestas mediante un programa que abarcara gran suma de palabras cotidianas y técnicas, algo que en nuestros días es evidente y utilizado.